No estoy hablando de mi hijo ni de mi mujer, hablo de esas obras de madera y telas de colores vistosos, algunas ya centenarias, que cada pueblo guarda como uno de sus bienes más preciados. Sólo ven la calle en ocasiones muy señaladas y no todos las años. Desde tiempos antiguos se viene celebrando la Romería de Castrotierra (León), donde los pueblos lucen sus pendones.
Desde hace ya dos años, en el mes de julio, en la ciudad de La Bañeza, se viene celebrando la fiesta de los pendones de las Comarcas Bañezanas, una ocasión más para sacar los pendones a la calle. La gente, más o menos joven, llevan de uno en uno esos mástiles, que en el caso de los más altos llegan a medir hasta seis metros de envergadura, como el de Santa Colomba de la Vega que es de los más altos y más antiguos.
Como he dicho antes, el pendón lo puja una persona, alférez, sujetándolo con sus manos y con el trabadero o gancho apoyado en el cinto de cuero ancho bien ceñido al cuerpo. A su lado va el remero que sujeta los cordones del pendón para compensar la fuerza del viento, actualmente su mayor cometido es controlar la bajada y posterior alzado. No me puedo olvidar de nombrar a los más pequeños que van de los 11 a los 16 años. Éstos tienen su propio pendón, La Pendoneta, su mástil puede llegar a los tres metros como es el caso de Santa Colomba de la Vega.
Por si no se ha notado, os diré que soy de Santa Colomba de la Vega.
La Bañeza y sus alrededores no son sólo la carrera y concentración motera, ni los Carnavales, también son sus habitantes, sus tradiciones, sus fiestas patronales, sus iglesias, algunas monumento nacional por su artesonado mudéjar, como la de Santa Colomba de la Vega.
Por todo esto y mucho más, merece la pena perderse por sus tierras, aunque sólo sea un fin de semana.
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