Como todos los años por esta fechas llega la Semana Santa. Días de recogimiento y fervor para unos y de fiesta y vacaciones para otros.
El recogimiento y el fervor no están reñidos con la fiesta. Son sensaciones que se mezclan en el ánimo de los que participan en las procesiones tan habituales en estas fechas por toda España.
No hay rincón que no saque un Paso en procesión, ni cofradía que no desfile junto con su imagen venerada.
La Semana Santa en Puente Genil (Córdoba) es digna de vivirse, no sólo de verse.
Los primeros recuerdos que tengo de la Semana Santa en el pueblo son de cuando yo era pequeña. El Viernes Santo nos levantamos muy temprano para estar, al toque de la diana, en la Plaza del Calvario y ver salir la procesión. Acompañaba a mi madre e íbamos a alumbrar a Jesús y me acuerdo que ese día ¡llovía a cántaros!, de una manera que no os podéis imaginar. El agua me entraba por el cuello dentro del abrigo. Para mi fue espantoso tener que aguantar toda la caminata quemándome con la cera de la vela y encima empapada. No me acuerdo cuántos años tenía, pero no llegaría a los diez.
Este recuerdo me acompaño muchísimos años, tantos que tardé en volver allí por Semana Santa.
Un año decidimos, mis amigas y yo, pasar en Puente Genil las vacaciones de Semana Santa y esta vez ya fue diferente. El recuerdo que me quedó de esa visita fue el de salir con mi amigas y mis primas a ver la procesión de la Esperanza. Me acurdo que llevaba con un manto verde, y también que era muy de noche. Pero sobre todo lo que nos dejó alucinadas fue ver como subían el paso de la Virgen corriendo de espaldas por una cuesta empinadísima.
Yo hace mucho que no voy, la última vez estaba embarazada y han pasado ya unos añitos. Estuvimos recorriendo el pueblo y viendo los pasos, con la banda de música, las saetas...
Uno de estos años volveremos de nuevo a vivir la Semana Santa de Puente Genil.
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