
Al lado de este parque hay una agrupación de fútbol con varios campos donde juegan niños y mayores, y ya os podéis imaginar como estaba todo aquello de coches, hasta arriba. Lo malo de todo es que aparcan de cualquier manera, incluso subido a las aceras.
Hay zonas en las que las aceras son estrechas y las farolas y las señales de tráfico están colocadas de tal forma que se comen mucho sitio por lo que se pasa raspando.

Pero hete aquí que iba yo empujando la silla con mi madre en ella, por supuesto, y nos damos de bruces con una furgoneta subida a la acera, que como ya os digo son estrechas, que nos impidió pasar. Tampoco pudimos bajar a la carretera porque entre coche y coche no había espacio para que cupiese la silla. La opción de volver por donde habíamos venido la descarté porque casi tenía que ir marcha atrás dado que no tenía sitio para dar la vuelta a la silla. Visto todo esto no me quedó más remedio que subirme por la tierra de un desnivel que bordea la acera y rezar para que la silla no se volcara y mi madre saliera rodando por el suelo.

Lo que me pasó me trajo recuerdos de cuando mi hijo era pequeño y le llevábamos a pasear en el carro y había veces que no podíamos pasar por lo mal aparcados que estaban lo coches. Me pasó con mi hijo y ahora me pasa con mi madre.
¡Por favor, respetad las aceras y los pasos de peatones! Siempre hay alguien que no puede pasar, ya sea en silla de ruedas, con un coche de niños o una persona mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario